La organización política de los mayas concentró el mandato en un solo gobernante, cuyo poder procedía directamente de los dioses a través de los mensajes que enviaba el cosmos. De esta manera, la facultad casi divina de los monarcas estaba entre el mundo material o el espiritual, y necesitando mantener ese vínculo místico, se valían de rituales como sacrificios, danzas e incluso trances con sustancias alucinógenas.
Contextualmente la estructura organizativa de la cultura maya, deja entrever que más que una ideología dominante, buscó el control del medio ambiente y la economía, a través de un sistema político descentralizado.
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